13 de noviembre de 2013

Proyectos 2013

"Concurso de Talentos"

Cuento escrito por el alumno Rodrigo Hernandez, 4to BI


La guerra no es un juego 


Nuestro ejército está posicionado en una colina, el punto más alto del campo de batalla, no vemos al enemigo, pero nuestros informantes nos aseguraron que pasarían por aquí. Yo sólo soy un soldado raso, pero soy el encargado de llevar las crónicas de la 
campaña. 

Nuestro general comienza a avanzar como poseído por un poder incontrolable, es en ese momento en que nos damos cuenta que los arqueros enemigos, como una ilusión producto de la niebla, empiezan a hostigarnos con sus flechas. 
Todos nosotros nos lanzamos al ataque, primero la caballería pesada para que el choque haga destrozos en las líneas enemigas y así abrir una brecha en su formación. 
Cuando los arqueros nos ven venir, empiezan a correr despavoridos; lanceros y espadachines por igual. Al ver esto, nuestros jinetes azuzan a sus caballos y la infantería 
acelera la marcha. 
Pero hemos sido engañados. Cuando arribamos al lugar donde anteriormente estaban las tropas enemigas, de los bosques a nuestras espaldas salen, sedientos de sangre y muerte, las verdaderas fuerzas del odiado enemigo. Tomados por sorpresa, no 
nos da tiempo para reorganizarnos y nuestra retaguardia, donde los soldados más veteranos se encuentran, es brutalmente masacrada por las lanzas enemigas. Para empeorar aún más la situación, nuestro rey es rápidamente rodeado y su guardia de élite, aunque lucha con desesperado brío, no puede evitar que sea asesinado y su cabeza separada del cuerpo para ser exhibida como premio. 
Los que quedamos tratamos de huir mientras nos abrimos paso entre hordas de enemigos. 
Corto, me cubro de los incesantes golpes enemigos, asesino y vuelvo a cubrirme. 
Si me es posible corro por mi vida, si logro llegar a la colina, podré refugiarme en alguna de las tantas aberturas que se hallan en el terreno, al menos hasta que todo este caos acabe. 
Un grupo de hombres se une a mi huida, y luego de estar cara a cara con la muerte incontables veces, llegamos a la colina. 
Pero ahí, a pasos de la libertad, descubrimos con horror que hemos sido castigados por los dioses, ya que un muro invisible se alza en nuestro camino, cortándonos el paso. 
Suspiro fuertemente, me doy la vuelta y me preparo para morir luchando, como todos los demás. Siento una lágrima recorrer mi mejilla mientras pienso que no volveré hoy a mi casa, que mi esposa esperará en vano con la comida caliente sobre la mesa, 
que mi hijo no tendrá a nadie con quien jugar a los soldados mañana cuando despierte. 
Todo esto pasa por mi cabeza cuando me doy cuenta que todos los hombres, vivos y muertos empiezan a caer al vacío; que el suelo se esta abriendo bajo mis pies, dando paso a una oscuridad interminable, lo mismo esta sucediendo donde estoy yo 
parado. Caigo al eterno vacío, a una oscuridad sin límites; ya no se oyen los relinchos de caballos y alaridos de hombres moribundos, ya no se ven los cuerpos sin vida de hombres de ambos ejércitos, ya no se siente el calor de esta tarde maldita, tampoco el frío que recorre el cuerpo cuando se está frente a la muerte. 
Quedo suspendido en la absoluta oscuridad mientras veo los últimos trazos de cielo caer alrededor mío. Luego, también comienzo a desaparecer, lentamente, sin dolor. 

Epílogo: 
Se ve a un niño siendo consolado por su madre, éste, señala llorando la computadora. 
En su pantalla se puede leer, sobre un fondo negro: Game Over

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